top of page
Identidades en Fuga

 

El título del presente proyecto hace referencia a interrogantes acerca del retrato como recurso formal, cuya naturaleza contiene y condensa siempre una reflexión sobre la representación de lo humano. El retrato, en el proceso de su factura, figura y conforma identidad mediante la expresión de rasgos o informaciones que distinguen algo y corrobora que es realmente lo que se dice que es. Únicamente para fines de este proyecto, concibo la realidad como pura construcción humana y por lo tanto subjetiva, de naturaleza arraigada en la extrañeza, muy difícil de descifrar.

 

Me interesa particularmente explorar los procesos en los que los medios electrónicos, especialmente la televisión y el Internet, han generado una necesidad de consumo de realidad en sus audiencias, convirtiendo la realidad en un producto. Muestra de ello es la proliferación abrumadora de reality shows, sitios como facebook, youtube y blogs personales entre otros, que han reestructurado las relaciones entre emisor y receptor, artista y público, creador y espectador creando nuevos espacios de identificación y de pertenencia. La realidad que producen los cibernautas en estos espacios de socialización es el producto o contenido como lo llaman los productores de sitios de Internet.

 

En una época en que los medios electrónicos de comunicación estimulan y empujan a la transformación constante de los entornos y las personas, se conforman arenas de proyección de realidades individuales y colectivas en las que la construcción de identidades está ligada a formas complejas de dispersión de singularidades. En Internet se crean comunidades virtuales indiferentes a los contextos geopolíticos de los individuos que las conforman. Son lugares donde se deconstruyen y reconstruyen continuamente nociones de realidad, identidad y de origen porque en ellos se crean patrias nuevas; contextos y existencias alternas en las que el sentido de pertenencia depende de la flexibilidad con la que subjetividades múltiples pueden ser proyectadas en lo individual y en lo colectivo.

 

Lo anterior me hace reflexionar acerca de cómo retratar identidades que cambian continuamente; en términos formales: esa fugacidad ¿es merecedora de ser retratada como símbolo de una época o como síntesis estética de un ser humano? ¿Cómo vencer la caducidad implícita en lo fugaz a través del retrato? ¿Es el videorretrato el recurso apropiado para hacer memorable una identidad en fuga? Para explorar las preguntas anteriores, propongo dedicarme al oficio de videorretratista. Produciré tres series de videorretratos en formatos que incluyen video arte, video hecho con y para teléfono celular, video para la red y video instalación.Concibo el retrato en el más amplio sentido de la palabra, con sus posibles significaciones como instrumento formal de figuración de identidad; como registro del presente físico y virtual, como expresión e impresión de una sociedad, como documento, como anécdota, relato, crónica, símbolo, medio, herramienta, etc.Estructuro conceptualmente mi propuesta contemplando como partiendo de la realidad como pura construcción subjetiva, y el retrato como recurso estético-formal de expresión de identidades, en este caso particular, en fuga.

 

 

Yo me distingo porque no me parezco a nadie....

 

Mica y Caro platican sobre  lo que las distingue como individuos y las herramientas que tienen para expresar sus inquietudes.

Nací en una familia que ha sido ampliamente retratada debido a que tanto de lado materno como paterno hay figuras públicas: por ejemplo mi abuelo paterno, Luis Quintanilla del Valle, que fue un destacado diplomático y escritor, perteneciente al movimiento estridentista. Lo percibí siempre como un retrato viviente, se vestía y comportaba como tal. En el velero vestía de marinero, en el campo, llevaba sombrero y botas, etc. Posaba y jugaba su rol de monarca (en esa época los diplomáticos no eran de carrera administrativa) con plena conciencia de su imagen. Desempeñaba su rol tan profesionalmente como mi abuelo materno el actor Alejandro Cobo, villano de la época de oro del cine nacional a quien sólo conocí en retrato impreso a través de las películas y fotografías de sus películas que colgaban en las paredes de mi casa materna. Mi relación afectiva con ambos abuelos fue a través del retrato, uno era en persona y el otro impreso.Fui una niña enigma para mis amigos pues las paredes de mi casa estaban tapizadas de fotos familiares en las que mi tío Beto (Roberto Cobo) posaba vestido con un traje de flamenco como la Manuela en “el lugar sin límites”; mi abuela Tina cubría su cuerpo desnudo detrás de un gran platón en una foto publicitaria de Bacardí del año 1925; mi abuelo materno apuntaba con una pistola a otro hombre en el set de “los dos pilletes”; mi mamá recargaba su cuerpo en bikini sobre un señor negro, que no era mi papá. Por ese motivo cuando me preguntaban en qué trabajaba mi mamá yo respondía con harta naturalidad que “en bikini”. De verdad que no entendía por qué les parecía tan graciosa la respuesta, si la evidencia impresa estaba al alcance de la vista de cualquier visitante. Así, en mi experiencia el retrato ha sido evidencia, documento, presencia, impresión y expresión y la realidad es una construcción inasible de extrañeza y subjetividad.

 

 

 

Mi tío Roberto Cobo, en El Lugar sin Límites. 1978

Alejandro Cobo, mi abuelo materno en La Dama de las Camelias

Mi abuelo materno, Alejandro Cobo, en La Dama de las Camelias. 1944.

No es casualidad que aunque sin intención premeditada, he sido a lo largo de muchos años videorretratista. La mayor parte de mi obra está influenciada por y tiene forma de retrato. En este momento de mi proceso artístico, encuentro la necesidad de profundizar en ciertas sutilezas que contienen, a mi modo de ver, posibilidades seminales de exploración formal, estética y conceptual del lenguaje audiovisual. Considero que nunca antes fue tan contundente la necesidad de explorar y reformular el lenguaje audiovisual en sus diferentes estilos (artístico, publicitario, experimental, documental, etc.) como ahora, debido al creciente acceso de medios y herramientas de producción y al boom de los espacios de difusión masiva del Internet, que también tienen un impacto en el desarrollo de dicho lenguaje. Espacios individual y colectivo convergen en una sola plataforma que provoca y establece hábitos en los que la multiplicidad de tareas, identidades y temporalidades transforman nuestras formas de mirar, discriminar, significar y por tanto, de existir.Respecto al retrato, parto de la existencia física y tangible: el modelo es a la vez colectividad y sujeto, con cuerpo e historia. Su representación altera su propia realidad, afecta su originalidad y en cada ejercicio de expresión se convierte en un nuevo modelo a retratar. En este proceso cíclico de re-tratamiento, la realidad se torna en puro pretexto de figuración identitaria que sólo se puede construir a través de la mirada del otro.

Mi abuela, Tina Romero y su gemela Ana, anunciando Bacardí, en Cuba. 

Mi mamá y Tabú en los años 70.

bottom of page