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Pieza de arte público que se presenta como proyección de video con audio a manera de un anuncio espectacular. En ella aparece el retrato de la autora en estilo limpio, publicitario con la estética de un product shot. La retratada seduce a la cámara, atrae la atención del espectador, coquetea con la mirada por unos minutos y de pronto el sonido de una cachetada la hace voltear violentamente como si la hubiera recibido. Esa violencia se estiliza, se “embellece” en cámara lenta mostrando el detalle del cabello en movimiento, los músculos del cuello firmes, la mandíbula bien definida, la expresión casi invulnerable en su rostro que rápidamente retorna la mirada a la cámara para seducir nuevamente.
La intención original de la pieza es configurar una imagen alrededor de la idea de poder femenino; Blanca Palomita retrata la ambigüedad representativa entre la mujer como víctima de violencia y la mujer como ejecutora (en este caso, ejecutante) de su propia violencia. Es la imagen de víctima manipuladora. El título Blanca Palomita aclara la postura política de la obra y propone la victimización como un acto perverso que paradójicamente resulta igualmente conveniente a cotos de poder “pro mujer” que a organizaciones “conservadoras” o a sectores “no conscientes” sobre asuntos de género. La pieza cuestiona dicha paradoja en la que grupos liberales indirectamente justifican principios conservadores pues, aunque bajo una lógica distinta, en todas las instancias la mujer sigue siendo tratada como un ser vulnerable y descobijado, al que hay que defender y educar para que no sea utilizada por los hombres y en el caso que compete a este trabajo, por los medios. Es decir, su poder sigue sin ser reconocido incluso dentro de muchas esferas feministas e intelectuales. Es por eso que en la pieza la mujer aparece invulnerable, ella hace “travesuras”, manipula mediáticamente con un golpe que no es golpe y por ende, no es frágil. Ella tiene el poder de inventar, crear y darle forma a su propio dolor, de reconocerse capaz de generar sus propias circunstancias, de establecer su relación con el sufrimiento y el afecto asumidos como poderes con los cuales hay que trabajar y no esconder para encajar en el discurso fácil de la mujer objeto, siempre utilizada por los medios. En este caso, ella tiene el poder sobre el medio y su contenido. Al no aparecer un victimario ni marcas físicas que evidencien abuso, el espectador se queda a merced de pura sugerencia y de su propia interpretación; no tiene el cobijo de la imagen solemne, ha de lidiar con gestos demasiado fáciles por “frívolos”. Esta pieza, como la mayor parte de mi obra, es un autorretrato que proyecta más allá de mi apariencia física, un estado común en un sector específico de mujeres educadas y productivas, que seguimos buscando (y por consecuencia, otorgando) nuestro poder a través de una afirmación externa. En la pieza intento crear una yo que logra superar el miedo de asumir ciertos poderes ya puestos en práctica y adquiridos por crianza, educación, trabajo y acceso/manejo de herramientas (en mi caso, mediáticas) por la responsabilidad que el reconocimiento de esos poderes trae consigo. Es pues, la realización de una fantasía ya bien justificada a nivel teórico, pero altamente difícil de poner en práctica. Pero para eso tenemos a los medios.... ¿o no? 

 

Ficha técnica:

Formato original: Video HD Audio: Dolby stereo o surround 5.1 (dependiendo de la locación)

Duración: Loop de 7 minutos.

Presentación: Proyección con audio en plazas públicas a manera de anuncio espectacular o en galería.

Año de producción: 2008 -2009

 

Créditos:

Idea Original y Dirección: Grace Quintanilla

Director de Fotografía: Greg Allen

Postproducción: Greg Allen

Producción: Cactus Film and Video (Pepe Cohen)

Blanca Palomita

Instalación de imágenes en movimiento.
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