GRACE QUINTANILLA

Los recuerdos nos hacen conscientes del transcurso del tiempo. Pero, ¿son ellos parte del pasado o del presente? ¿Son una reconstrucción de hechos ocurridos o la representación de una fantasía sobre lo que pudo haber sucedido? Bits de Memoria nos coloca en el centro de este dilema. En esta instalación, el tiempo transcurre cíclicamente en un montaje presente, permanente, que nos encapsula sin dejarnos escapar. Lo que vemos, ¿es un testimonio de lo sucedido o de lo que se vive actualmente en función de ello? En la pieza, los recuerdos son evocados por un documento -un retrato de familia que mi padre hizo alrededor de los años sesenta- ¿Qué significado tiene éste en el presente? Tres mujeres recrean un mundo a través del recuerdo de un personaje físicamente ausente -el autor del dibujo- y una herramienta común: la danza. El tiempo que evocan es su tiempo. En la obra, el tiempo se expande y se encoge; nos remonta al pasado y vuelve en forma de espiral juguetona que transgrede las reglas de sus dimensiones; como un carrito de la montaña rusa que cambia de dirección y velocidad constantemente, pero que también es capaz de salirse de la vía.

Quise ser irrespetuosa del tiempo: cuestionarlo furtivamente, acorralarlo. Buscar sin fe lo que es real y lo que no, en un mundo de emociones que cambian constantemente. La fábula familiar como documental de autor. Busco: la exploración de la historia personal, no a través de los hechos, sino de los mitos; y la experimentación mediática, a través de una estética propia y un manejo lúdico de la narrativa.

Los recuerdos no siguen un tiempo continuo: son trozos -a veces inconexos- de memoria que reconstruimos día a día pero que también re-creamos en función de ese día a día. De esta forma, el pasado re-vive y se incorpora al presente dando continuidad a la vida, a nuestro propio tiempo.