top of page

los pendientes de la curiosidad

Muchas personas me comentan que con los teléfonos inteligentes nos hemos vuelto flojos, que hemos dejado atrás la buena práctica de memorizar números telefónicos, direcciones, nombres, fechas y demás información importante que además de ejercitar nuestra cognición, nos permitía reconocernos como seres inteligentes, tal como lo hacían los antiguos griegos antes de que el papel existiera; entonces, la memoria era el papel y la voz el dispositivo.


Cuando necesito regresar a una entrada en un blog que está escrito en el formato antiguo, renuncio después de dos minutos de hacer scroll. Cansa tratar de recordar en qué fecha lo consulté anteriormente, excavar pistas que me den un acceso más rápido al texto: en qué situación lo descubrí, a propósito de qué búsqueda anterior llegué, recordar alguna imagen que me remita al contenido textual, evocar alguna cita o comentario notable. En fin, la búsqueda en blogs muy nutridos se vuelve tediosa y es común que desista porque demanda gran trabajo de memoria. Me doy cuenta de que al leer en digital, sin la posibilidad de delinear, doblar la esquina de la página, anotar al margen, subrayar con distintos colores según el tipo de información, pegar postits o etiquetar pegando calcomanías de colores en forma de flechita, me veo obligada a generar nuevas técnicas de memorización.


Mis amigos hablan de este fenómeno con resignación pues se reconocen dependientes de los dispositivos electrónicos para recordar. De alguna manera, sienten que pierden autonomía.


Sin embargo, creo que esa angustia es predigital, los humanos hemos construido herramientas mnemónicas desde siempre. Recuerdo una de las miles y deliciosas pláticas con Jesús Ramírez-Bermúdez hace unas semanas, mientras me contaba de un libro que escribía. Para captar mi atención me mostró una imagen que parece el iris de un ojo dibujado con palabras. En realidad es un mapa: la rueda de la memoria que la autora inglesa Frances Yates en su libro El Arte de la Memoria, reconstruyó a partir de la descripción que aparece en el libro De Umbris Idearium, el primer trabajo sobre mnemotecnia de Giordano Bruno, que fue publicado en París en 1582.



wheel of memory - reconstrucción de Frances Yates

"memory wheel" de Giordano Bruno, recreada por Frances Yates. fuente: http://warburg-archive.sas.ac.uk/fileadmin/images/library/digital_collections/bruno/memory_wheel.pdf


Este mapa, inspirado en el teatro de la memoria de Giulio Camillo y en los círculos lulianos de Ramon Llull, me intriga porque refleja una preocupación cotidiana para quienes vivimos entusiasmados, consumiendo información en las redes y que a la vez sabemos que será difícil sustraer de nuestra memoria la fuente precisa, en el momento que la necesitamos.


No me he dado el tiempo de estudiar y representar gráfica o textualmente el proceso de cómo recuerdo, pero sé bien que se imprimen mejor en mi memoria las imágenes que las palabras y que requiero un gran esfuerzo cognitivo para recordar fechas y títulos (incluso de películas). Intentaré bocetar la experiencia del procesamiento de información en palabras, que lejos de mapear una experiencia universal sobre cómo recordar, dibuja una experiencia personal sobre mi proceso de lectura en dispositivos digitales.


1. El dispositivo cuenta: encuentro más difícil recordar lo que leo en el teléfono inteligente, porque tengo vista cansada y tal vez asocio la consulta en el móvil con consumo de información superficial o momentánea, como trending topics, noticias, artículos breves. La tableta y enespecial la computadora es más apta para que recuerde lo que veo/escucho/leo porque puedo agrandar el tamaño del texto, adaptar la iluminación de la pantalla sin salir de las ventanas abiertas, modular el volumen de los podcasts para que se adapten al ambiente físico en el que me encuentro. También es más fácil descargar contenido de imágenes, audio, video y texto en el disco duro de la computadora que en el móvil, que siempre llevo al tope de espacio, lleno de fotografías y videos que capturo obsesivamente. La principal ventaja de la computadora sobre el celular es que tengo abiertas y desplegadas simultáneamente diversas aplicaciones, navegadores, programas de autoría e incluso reproductor de audio para escuchar música mientras trabajo. Si bien el celular me permite la movilidad física, y encuentro los gestos manuales más agradables que los clics y deslizados del mouse, la computadora facilita la inmersión en un ambiente que construyo a la medida para estimular la transformación de información en conocimiento.


2. Utilizo herramientas de cada aplicación en los navegadores para guardar contenidos o hipervínculos a ellos, en marcadores: narrativas digitales, música, videojuegos, feminismo, singularidad, arte electrónico, bioarte, internet de las cosas, diseño social, animación, revistas, diseño, tarot, singularidad, pintores, cartonistas, videoarte, educación, crianza y demás temas. Escribo comentarios en textos pdf, uso marcadores en e-pubs; también apunto en un cuadernito que llevo en mi bolsa el título de un video y el código de tiempo en el que aparece un lapso que quiero citar.


3. Los tipos de contenido influyen en mi capacidad de recordar. Siendo predominantemente visual, los gráficos, imágenes, tipografía, visualizaciones de datos, infografías, memes, cartones, gifs animados, videos y fotografía son recursos muy efectivos para memorizar. El diseño de la interfaz y navegación son fundamentales para mi: prefiero el hipertexto que despliega ventanas emergentes dentro del mismo sitio a los que te abren una nueva ventana; los peores para continuar la lectura sin perder el hilo son los que abren la liga del hipertexto sustituyendo al original (con esos, de plano no puedo). La sobriedad del diseño es imprescindible para facilitar la lectura. Las páginas que despliegan gifs o imágenes que se mueven en automático distraen mucho. Me rechocan las revistas que insertan anuncios entre los párrafos de un artículo. El audio sigue siendo un súper hit: mientras tenga buen volumen, puedo concentrarme en lo que escucho de camino al trabajo, mientras cocino en la sala de espera de alguna oficina, con un buen par de audífonos. También recuerdo la voz -en vivo o pregrabada- de quienes transmiten conocimiento que me engancha.


Muy importante es para mi aceptar que para interesarme en un tema, siempre empiezo por contenidos breves, con buena síntesis; para información precisa de datos: gráficos o visualizaciones sencillas; para introducirme en temas académicos: videos cortos, artículos o entrevistas en publicaciones de divulgación; para entender la extensión de un tema: infográficos y mapas mentales.


4. El entorno físico en el que recibo la información es fundamental. Muchas veces evoco la luz que ambientaba el momento en el que percibí información: si era natural, de interior, cálida, dramática, chillona. La de las velas favorece mi concentración. Difícilmente me concentro en lo que alguien dice si la luz me desagrada, como la de focos blancos de tungsteno. Un buen sofá donde pueda subir las piernas o una cama con hartas almohadas para disfrutar video y cine; un asiento cómodo y bajo para sentarme frente a la pantalla grande de la computadora para ver imágenes, chatear, publicar, escuchar música mientras trabajo. Prefiero sin duda, la soledad para no tener testigos de los caminos divergentes y rutas que descubro mientras navego, para que el placer culpable de escuchar música no apta para personas cultas sea solo mío, para no sentir que debo justificar cuando me clavo leyendo a autores vetados, esos que por ningún motivo podemos citar.


5. Catalogo también a los autores de las publicaciones: los originales, que publican mayormente contenidos propios y que independientemente de estar de acuerdo o no con ellos, admiro por ser honestos; los replicantes inteligentes, que eligen sesudamente, antologan y "curan" contenidos rigurosos, en su mayoría útiles. Esos que uno consulta para conseguir buenas referencias o actualizarse en algún tema; los borregos, que no verifican fuentes, se dejan llevar por los encabezados e igual comparten contenido xenofóbico que mensajes de paz, que memes machistas, que "bonitos" pensamientos; los incendiarios, que publican contenidos de fuentes con ideologías cargadas y aprovechan momentos coyunturales para compartir noticias descontextualizadas. Los humoristas, que comparten contenido que hacen reír -o no- pero cuya intención es alegrar un poco el ambiente público. También están los intensos, los confesionales, los autoayudas, los tiranetas, los testigos de Jehová, los trolls, los fanfarrones y no pueden faltar los haters, esos personajes tóxicos que orgullosos y desde "arriba" expresan su desprecio por lo que sea, en especial aquello de lo que se habla o hace en el momento: odian a sus estudiantes, a los hipsters, el starbucks, a los gringos, al pokémon go, a televisa, a las élites, al estado y en fín..... creo que escribiré una entrada sobre ellos en otra ocasión porque su odio despierta en mí sentimientos de desprecio de gran magnitud, que no es sano guardar.


6. Respecto a las fuentes, me declaro heterodoxa. Sin duda consulto los referentes cuya tradición asegura la confiabilidad de la información que publican: bases de datos de universidades e instituciones públicas, revistas científicas y humanidades de prestigio, periódicos y revistas que honran la importancia del oficio periodístico de rigor, pero pocas cosas me emocionan tanto como descubrir autores y proyectos auténticos, que hablan desde la divergencia; esos que se atreven a cuestionar los cánones teóricos, formales, editoriales, culturales, los que escapan etiquetas y son difíciles de catalogar. Me siento muy privilegiada de encontrar fuentes originales para ciertos temas que, aunque no tengan gran conocimiento académico, brindan testimonios y crónicas muy estimulantes y frescas sobre sus experiencias y prácticas.


"los pendientes de la curiosidad - Grace quintanilla

"los pendientes de la curiosidad" Grace Quintanilla

Cada noche me siento abrumada, hiper-estimulada. Entrando al sueño y en orden hermético se tejen los highlights del día: la sonrisa de mi niña cuando la recogí de la escuela, los acordes de la canción que mi hijo compuso y me compartió tímidamente, fragmentos de una discusión ociosa en el Facebook sobre el burkini, la foto que subí al instagram durante el rutinario tráfico de la ciudad, el podcast sobre el derecho a los cielos oscuros, la voz de mis colaboradoras en la oficina, el tuit de la lady del día, las estructuras narrativas rizomáticas de los noventas, el Valhalla de los vikingos, cuyo símbolo se asemeja a las trenzas de Lagertha..... Tal vez mi mapa de memoria se asemeje a ese patrón. Pienso que aún podría consultar un tutorial de trenzas a la Lagertha para dibujar en mi cabello mi propio mapa, pero el cansancio no cede y lo añado en la larga lista de pendientes para mañana, cuyo símbolo es una mascada ligera que parte de mi cuerpo y su vuelo es un cauce: los pendientes de la curiosidad. Ojalá los recuerde todos.





Entradas destacadas
ENTRADAS RECIENTES
ARCHIVO
BUSCAR POR TAGS
No hay tags aún.
sígueme
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
bottom of page